jueves, enero 08, 2009

México ¿País de extraños?


Estaba haciendo unas compras en el Walmart (un Carrefour pero de Estados Unidos) y al salir de la tienda con una botella de coca y una baguette, no pude irme a la casa porque llovía. El Walmart que acostumbro tiene la característica de que acuden extranjeros a comprar. De algunos años para acá la presencia de extranjeros se ha incrementado en San Luis Potosí, la ciudad donde vivo, debido a la instalación de varias fábricas.

Se les puede ver en los cines, en el estadio de fútbol y sobre todo, en el Walmart. Uno va caminando por el pasillo de las pastas y escucha a dos hablar en portugués. A veces en las verduras unos hablando en inglés e incluso, me ha tocado una vez ayudar a unos obreros checos que querían contratar un servicio de celular en el módulo de Telcel de la tienda.

Y ese día que esperaba ahí a que escampara descubrí, resguardándose de la lluvia, a una muchacha rubia que sostenía una bolsa pequeñita de Walmart, y que estaba rodeada por dos maletas, una caja y una mochila. Era rubia y estaba ahí expectante, mientras la lluvia marchaba en el suelo del estacionamiento.Imaginé que esperaba un taxi, pero cuando éstos comenzaron a aparecer, ella ni caso hizo. Quizás no sabía qué hacer o no tenía a donde ir. Se le veía triste y los tipos que pasaban le decían cosas. Cerca del estanquillo donde venden Hot dogs y hamburguesas, un perro flaco la miraba con las orejas levantadas.Sentí ternura hacia ella. Recordé cuando he tenido que vivir temporadas en otros países. Moverse de un lado a otro es un problema por todas las cosas que se deben cargar a cuestas, porque no se tiene el dinero suficiente “y tal” (como dicen en España). A veces no hay quien te eche una mano y a veces no comprendes del todo el idioma, etc., etc.

Al final, “unos tíos” (como también dicen en España) se detuvieron ante ella a decirle cosas: “qué guapa”, “¿Te ayudo”? y cosas de esas. Ella se veía fastidiada por esto y sólo miraba más allá de ellos como esquivando las palabras que le decían.

Al final optó por gritas “¡Taxi!” y los tíos se largaron diciéndole un “mamacita” (una de las formas que existen en México para “halagar y piropear”). El taxista le ayudó a la muchacha a subir todo al taxi y se perdieron en la avenida. Entonces dejó de llover y me volví a la casa, con ese sentimiento de yo mismo, vivir en un país extraño, como esos en los que yo me sentí extraño alguna vez…

Foto del post tomada del flikr de Seahawk@
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