domingo, noviembre 28, 2004

Europa...Londres, Paris, Amsterdam,Praga, Lipník, Brno,Nápoles,Sevilla, Lisboa, Portugal


La Isla Más Grande del Mundo Parte II : Europa...Nápoles


Con los Viajes NO se juega

22 de julio de 2002, Nápoles, Italia





De todas las ciudades que he conocido, esta es la que tiene un espíritu similar al mexicano, y desde luego, es una ciudad muy hermosa, que invita a caminar entre sus calles y perderse en ellas, pero también para quedarse horas y horas admirando el mar y las otras islas, como Capri, que componen la región sureña de Campania, que es donde se encuentra esta ciudad de ensueño. En este mismo momento estoy comiendo una rebanada de pizza napolitana (tomate, un poco de orégano y queso mozzarella) y aunque Valentina me advierte que no es la pizza tradicional ni la mejor que existe, pues la pidió al bar que está debajo del edificio (el bar en Italia es donde puedes comprar sándwiches, pasteles, y, sobre todo, café) sabe muy rica. Vale, esta sentada frente a mí trabajando en una computadora. Estamos en su oficina de la "Universita degli Studi di Napoli Federico II" que es la universidad central de la ciudad. En Portici, que es un suburbio de Nápoles, donde vive mi amiga, hay una vista espectacular desde donde se pede apreciar Amalfi, Sorrento, Capri, Napoli y su puerto; por el sur se puede ver el imponente volcán Vesuvio, que destruyó a la mítica ciudad de Pompeya.

Ayer por la tarde que llegué desde Brno, República Checa, fue muy emocionante, pues he comenzado a aprender un poco sobre Italia. Es otra cosa que he aprendido en este viaje: una cosa es ser un turista y otra ser un viajero. El turista va y se toma fotos en los sitios importantes (incluso puede ser algo obsesivo, como ocurre con los turistas japoneses) y el viajero es aquel que tiene el privilegio de conocer el país al lado de las personas que viven en él, como ha sido mi caso. He conocido el transporte, he convivido con la gente de la mayoría de los lugares que he visitado, he conocido sus bebidas, he apreciados sus gustos y costumbres y he aprendido mucho. Experimenté esto en Londres, pues dos días dormí en la casa de la hermana de un amigo. Conocí cómo se vive en una casa londinense, ubicada en Wimbledon (donde se realiza el torneo de Tenis) y comí "Chips and Fish) y tomé cerveza irlandesa Guiness que es muy sabrosa.

En Holanda, tomé el café y comí panecillos de mantequilla y miel en el jardín de una casa en la campiña, al atardecer, con una cálida familia holandesa: Alejandra, mi prima, Albert, su esposo y sus suegros y cuñados. Imaginen que está cayendo el sol (son las seis de la tarde) y se ven llanuras verdes muy intensas enfrentadas a un cielo azul que pasa del claro al oscuro a cada momento, envolviendo a las ovejas y caballos pony que dormitan en sus corrales de madera, mientras un molino de viento, lejos muy lejos, en el horizonte, es revelado por el sol que cae justo detrás de él. Esa ocasión platiqué un largo rato, un poco más de una hora con la suegra de mi prima, que me habló sobre su padre y como éste había escondido judíos entre las paredes de su casa, en la Segunda Guerra Mundial. Incluso me mostró recuerdos de la época. Me hice amigo de ella y me despidió con un beso y un chocolate. Me pidió que regresara y yo quise regresar, pero no pude... el suegro de mi prima calzaba los típicos zapatos holandeses, los suecos de madera. Y en la Republica Checa, estuve en una hermosa casa, en el pueblo de Týn, en la región de Moravia, que se encuentra a los pies de un castillo medieval impresionante que se llama Helfstýn. Ahí bebí Abstin, un aguardiente francés que tiene un setenta por ciento de alcohol, tomé pivo (cerveza) del tipo Plsen mientras hablaba de música y fotografía con amigos teniendo como fondo musical a Ted Nugguet. Frente a la entrada de la casa, como salida de la tierra, como un fantasma de la historia, se levantaba una escultura medieval, oscurecida por el tiempo, con la imagen de la virgen Maria.

En el momento que estoy escribiendo, mi amiga Vale, con sus ojos brillantes me da café Spresso con leche ("toma, te va a gustar, es con leche). Después viene Giancarlo, su jefe y me ofrece un pan dulce con crema y fresa muy bueno. Creo que no merezco tanta suerte...

Desde luego, debo confesarles que he pasado penurias. Dos ejemplos: Cuando salí de Brno, en la Republica Checa, rumbo Roma, vía Viena, no pude dormir en toda la noche y en Paris y Londres tuve que privarme de algunos alimentos para ahorrar. Sin embargo, nada más llegué a Holanda y he comido y bebido muy bien, demasiado bien diría yo. Así comí ayer en la noche, en Portici, al pie del Vesuvio, en la casa de Vale. Nos "conocimos" en la Estacione Centrale di Napoli, ayer domingo a las seis de la tarde. Yo llegué desde Roma y estaba cansado y sucio luego de más de 12 horas de viaje desde Viena. Ella llegó con un vestido blanco, una blusa roja y al reconocerme se sonrió (esa sonrisa que tantas había imaginado y disfrutado en el ICQ y el Messenger). Antes, yo le había llamado a su "móvil" (así llaman a los teléfonos celulares en Europa) pues, por error me había bajado en la estación "Napoli Flegrei" (que es por donde se llega al Estadio San Paolo donde Maradonna hizo campeón al Napoli dos veces) y no en la Centrale que es donde Vale me esperaba. Entonces, me dirigí al "capo di stazione" y él me dijo qué tren debía tomar para llegar a donde ella me esperaba. Por teléfono, Vale me pidió que la esperara bajo el letrero de los "Treni di Arrivi" y a los pocos momentos nos conocimos ahí. Fue emocionante, pues ella ya no era palabras, no era virtual, era mi amiga Valentina, de carne y hueso. Sonreímos y salimos de la estación, que se encuentra frente a la Piazza Garibaldi y cruzamos la calle, asediados por los automóviles a quienes parecía no importarles lo mas mínimo que fuéramos pasando. - Bienvenido a Napoli - dijo Vale con su rostro de niña y subimos a su carro rumbo a su casa en Portici. En el momento que escribo esto, aparece Marinella, una compañera de trabajo de Vale, ofreciendo pan dulce que los otros compañeros de trabajo le regalaron pues es el día de su santo. Vale, que está sentada frente a su computadora me llama y me muestra en la pantalla el historial del ICQ donde aparece la fecha en que hablamos por primera vez: 28 de diciembre del 2001. Hace apenas siete meses... aunque me parece que la conozco de mucho tiempo atrás...

Cuando recién llegué, en el camino a Portici, hubo un momento de silencio entre Vale y yo. Qué decir. Ya no era virtual. Estaba yo ahí, junto a ella, con quien había hablado durante horas por Internet, recorriendo las calles pintorescas de Napoli, con sus balcones, y para hablar con ella no podía utilizar emoticones, ni letras. A Vale, según me contó después, le pasó algo similar, pues me dijo que tuvo una sensación extraña. No obstante, para mí, esta sensación se fue diluyendo poco a poco cuando, después de darme una reconfortante ducha en su casa, caminamos por la marina de Portici, entre niños comiendo helados y familias paseando, todos vigilados por el Vesuvio dormido en el sur y por el mediterráneo. En ese momento comencé a conocer Nápoles y con ella, una de las regiones mas hermosas e importantes de Italia. El pueblo italiano, o mejor dicho, lo que he podido observar de él es muy similar en algunos aspectos al mexicano. Hay ferias, música, la gente está viva. Después vino la cena, en casa de Vale. Fue un momento que voy a recordar siempre. Fue una cena como en Italia: Pasta, que Vale preparó y que estaba deliciosa, Vino, queso Mozzarella, pimientos y pan, pero sobre todo ella misma, Valentina, cuyo rostro, con sus ojos que brillan, su sonrisa y su hablar cantando, expresan sin duda lo que es esta hermosa ciudad de Napoli: una sonrisa grande y contagiosa, producida por el Vesuvio y el Mediterráneo... Vamos, me refiero a que estuve en Nápoles, con una mujer muy bella, comiendo pasta y tomando vino y escuchando música de jazz, mientras Surya, la gatita de Vale, jugueteaba en el piso y mi ropa daba vueltas en la lavadora... Pero todo esto que escribo es apenas una pequeña memoria, porque apenas estaba por iniciar mi viaje hacia la Isla Mas Grande del Mundo ...


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