El 11 de marzo de 2004 estaba mirando el "telediario" de Televisión Española Internacional a la media noche de una ciudad texana mientras navegaba en el Internet. Era una costumbre que tenía. Y entonces fue cuando una reportera llamó por celular explicando lo que ocurría en Atocha. Parte de la noche la pase en vela viendo lo que ocurría en Madrid.
Yo había estado en esa estación varias veces en el 2002 cuando pude visitar por primera vez ese querido país donde tengo amigos entrañables. Me sentí indignado. Al siguiente día, sobre los "freeways" texanos, las enormes marquesinas de algunos restaurantes de comida rápida como McDonalds, se leían frases bíblicas relacionadas con la guerra de Irak. Frases del tipo "Y cayeron del cielo los ángeles justicieros..." etc. Sin duda, hice la relación con lo de Madrid. Pese a que TVE decía que habían sido los de ETA (incluso pasaron un reportaje amplio por la mañana cuando desperté acerca del grupo terrorista vasco) en la prensa mexicana ya se hablaba de la posibilidad de un atentado proveniente de grupos islámicos.
Más tarde, hablando con un norteamericano, le pregunté su opinión sobre lo ocurrido. Su contestación no pudo ser más clara respecto al caos que el mundo ha vivido durante esta década: "Supe algo - dijo - pero no me interesan esos temas...".
Sí, estamos unidos todos, sin quererlo - y sin saberlo - . Lo que pasa en un sitio afecta a otro sitio de formas insospechadas. Esto sabemos. Sí. Pero la realidad es que a nadie le importa.Aún creemos que una masacre en un mercado iraquí, o los crímenes contra la humanidad en Darfur, o la tragedia de Chernobyl son cosas de países lejanos que nada tienen que ver con nosotros. No nos importa...y es lo mismo que no importarnos por nosotros mismos...
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