Mientras me dirijo a Wallmart para hacer algunas compras me entero que la Organización Mundial de la Salud elevó el nivel de alerta de Pandemia a cinco. En términos reales da igual: aquí en México todo es incertidumbre e impaciencia debido a la falta de claridad del gobierno para informar lo que ocurre.
En la calle, unos adolescentes juegan fútbol con las mascarillas puestas. La imagen parece de una cinta de Ciencia Ficción. En Wallmart me encuntro casi con una muchedumbre. En días pasados, las tiendas estaban solitarias. Me parecía raro pues en Ciudad de México había compras de pánico. Pero hoy ha sido día de pago y todo el mundo busca abastecerse de todo. Lo que nunca: hay anaqueles vacíos en donde ponen la comida enlatada.
Como yo no voy por la despensa no me preocupo. Pienso que de alguna forma u otra la cosa mejorará. Como no llevo mascarilla pues la que tenía ya se rompió y no puedo encontrar en ningún lado otra para comprar, la gente me mira de soslayo. Y es que en el imaginario social "influenza porcina" t-o-d-o-s d-e-b-e-m-o-s l-l-e-v-a-r m-a-s-c-a-r-i-l-l-a-s.
Cuando me formo para pagar, me doy cuenta que todaslas cajas están abiertas pero que igual las filas alcanzan veinte o más personas. La muchacha que va delante de mi lleva en su carrito del súper como 15 latas de atún. También alcanzo a ver, entre otras cosas, galones de agua, varias cajas de leche y dos cajas de esas galletas integrales que me gustan mucho y de las cuales ya no encontré.
Ella nota que miro al interior de su coche. Aunque no veo su rostro completo porque lleva una mascarilla, detecto que le molesta que vea lo que va a comprar. Igual ella mira en mi coche del súper y cuando descubre lo que voy a comprar arquea las cejas sorprendida. Y es que en el coche sólo llevo cervezas, unos vinos tintos chilenos que estaban de oferta y una bolsa grande de croquetas para cayito, mi perro.
Seguro no se creía que no me estuviera preparando con comida para el fin del mundo. Lo que la muchacha no sabe es que quizás si me esté preparando para el fin de todo. Con cervezas y vino tinto. Cuando salgo del súper y veo como todos van mu seguros con toda la comida necesaria para una crisis, caigo en cuenta que no debería dejar de lado comprar algunas latas. ¿Y si mañana no hay nada para comprar en las tiendas? Pienso que exagero... pero me acuerdo que el gobierno mexicano no representa ninguna garantía para nuestra seguridad y un relámpago frío sube por mi espalda cuando recuerdo, temblando, los días en que responsabilizaba de todo a Dios...
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