miércoles, julio 30, 2008

¿Nos estamos volviendo todos gringos? Crónicas de Eslovaquia I

Finales de septiembre de 2006. Luego de una estancia breve en Madrid y una visita a París, Evreux y Viena, viajo a Nitra en la república eslovaca. Mis amigos del "oeste europeo" no se explican a qué voy a ese país, que parece extraviado en la geografía del viejo continente. Sin embargo, Eslovaquia es un país hermoso, con muchos lugares interesantes que visitar. Esta es una pequeña crónica de parte de mi estancia en aquel país que llevo en el corazón y al cual siempre sueño con regresar...

México despierta una especie de fascinación en algunos eslovacos. Me traje imágenes de México: de las calaveras de posadas, del templo mayor, de San Luis Potosí, de Teotihuacan, etc. y surgen muchas preguntas e interés. Incluso surgen cuando hablo en mi inglés tan malo con otros eslovacos.

En un principio ha sido frustrante para mí no poder comunicar bien lo que quiero. Mis amigas Moni y Sisa me ayudan mucho, pero un día les he dicho que quería hacer la mayor parte de las cosas por mi mismo y de a poco he podido. Por ejemplo, al principio solamente comía hamburguesas por la noche ¡pues era lo único que podía pedir! O que sabía realmente lo que era. Ahora ya sé pedir una baguete de pollo (jedna kurací baguete prosim, que sería algo así como “una baguet de pollo por favor”). Sé como pedir la plancha “yehliska prosím” (la h es un sonido que se produce desde el agujero del cuello. Yo no noto la diferencia pronunciado por la pura boca o desde el agujero, pero ellos sí, así que lo hago un poco exagerado y a ellos les da risa :) pero lo entienden. Puedo también pronunciar algunas frases muy cortas: “Ako sa mas?” (¿Cómo estás?) y puedo seguir la línea de conversación de ésta fórmula social.

La cultura eslava es interesante. Y este país también lo es. Aunque forma parte de la Unión Europea, los precios son sorprendentemente bajos. El peso está a más de 2 a 1, por lo que tengo para lo suficiente. Por ejemplo, una “masovy [1] burguer” cuesta 36 coronas, que es como 11 pesos o 12 (la conversión varia mucho, por ejemplo, ayer que revisé en Internet vi que por 700 pesos me daban, en el cajero, casi las1800 coronas.

Otra cosa que he aprendido aquí es que el pan no siempre es necesario durante la comida. Me ha pasado en Francia también. Hay comidas en las que no comen nada de pan. Pero eso sí, aquí se bebe mucha cerveza o pivo, como se llama en eslovaco. En un bar, las yardas o tarros son de medio litro y la cerveza es deliciosa. Especialmente la Zlaty Bazant. En un bar, jeden pivo (una cerceza) cuesta 25 coronas lo cual, como podrán ver es muy barato. El vino también es barato, aunque lo tomo menos.

En la televisión eslovaca los comerciales y los programas son casi los mismos que en México. Este hecho pone la piel de gallina: nos estamos volviendo todos gringos. En el supermercado he visto algo curioso: hay quesos, cremas, pastas, sopas, salsas, aderezos, patés, chocolates y otras cosas “a la mexicana”. También en los “restauracia” (restaurantes) hay siempre algo a la mexicana, desde ensaladas, hasta carne o sopas.

El otro día, en casa de Moni, cuando preparaba para el almuerzo “Palatsinsky” (unas especies de crepas dulces, cuya forma se parece mucho a la de una tortilla de harina muy muy delgada) escuchábamos la radio. Era una estación muy popular en Nitra, la ciudad donde llegue a vivir. Después de una canción de Nelly Furtado me quedo boquiabierto cuando se escucha que tocan “Vamos a la Playa” de los Joao (¡!).

Por las noches me meto al bar de los estudiantes - vivo en una residencia universitaria llamada Nitra Studenty Dorm - porque quiero interactuar de una u otra forma. Pido “jeden pivo velka”[2] o “maly” según la sed que tenga.

El fin de semana fui con Moni y con Sisa a Bratislava. Esta ciudad me ha gustado. Ello sorprende a los eslovacos porque a muchos no les parece una ciudad más hermosa que otras ciudades eslovacas, por ejemplo Banska Bystrica, Poprad o Kosice. Ha pasado el tiempo, pero la época comunista se ve claramente en muchos edificios que riñen con la hermosa arquitectura medieval o gótica. El río Danubio no es azul, es verde y cruza la ciudad. Ingenuamente, pregunté si el Danubio era azul en alguna época del año y ellas se rieron. Dijeron que el Danubio estaba muy sucio y contaminado y que ese color verde claro era el color permanente que tenía todo el año. Me dijeron algo que suena muy tentador: por 88 euros se puede viajar por el río en un barco, desde Bratislva hasta Budapest de ida y vuelta. El viaje dura 4 horas y es posible ver, desde lejos, algunos castillos.

Y claro, por la noche insistieron en llevarme al “kino” (cine). No fuimos a una cadena tipo Cinépolis, sino a una especie de cines que pertenecen a la cinemateca eslovaca y los cuales también tienen sucursales en Nitra. Ahí fuimos con Katerina y otro muchacho que vivían en Bratislava y que hablaban el inglés. ¡Y vimos el Acorazado Potemkin! ¿Quién lo iba a decir? Al salir fuimos por pivo a un bar. Me hice amigo de Katerina y el otro muchacho. Ahora recibo sms de ellos en el celular y me han invitado a que vaya de nuevo a Bratislava. En Bratislava y Nitra me iban a ocurrir muchas anécdotas divertidas que iré contando poco a poco, con el propósito de promocionar, entre los hispanoparlantes, ese hermoso país que es Eslovaquia, que es, sin duda, uno de esos lugares de ensueño aún por descubrir...

Imagen fantasmagórica de Bratislava, desde el monumento en memoria de los soldados rusos muertos al liberar Eslovaquia en la Segunda Guerra Mundial... (Foto, Monika P.)


[1] La a lleva diéresis en esta palabra y se pronuncia como e

[2] Velke es la declinación en segundo caso para grande. Maly es chico, pero no sé declinarla. Pero la mesera, una muchacha rubia bellísima y que habla el inglés siempre sonríe y dice “I got you!”. Ella fue quien me dijo cómo pronunciar bien “una cerveza” o mejor dicho como declinar bien velka.

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