miércoles, julio 02, 2008

Viajes: Gatos en La Habana

Estaba sentado en un restaurante al aire libre de La Habana vieja, una silenciosa noche de junio de 2006. Mis jefes del trabajo me habían enviado a un curso y estaba ahí disfrutando un son cubano que la brisa traía desde algún rincón de la ciudad, acompañado sólo por un señor que estaba al fondo en otra mesa, compartiendo su cena con un gatito blanco, mientras un mesero adormilado esperaba por otras clientes con un menú entre las manos.

Entonces siento algo que pasa pegado a mis piernas. Es un gato de color café que se para frente a mi, echándome una mirada demoledora que interpreté como “comparte algo conmigo por favor”.

Y pues comienzo a darle pedazos de pan y de pasta, y él a cada cosa que le pongo en el piso, se acerca un poco más. Al final lo tengo en mis pies. Animalitos como estos hay por todo La Habana y para mi fue agradable, porque ni siquiera mi primer noche en la capital cubana cené sólo.

Cuando el gatito aquel y yo terminamos de cenar, éste me siguió en mi caminata nocturna hasta que le interesó más una pizzería llena de turistas europeas. Mientras espero por el autobús del hotel tomándome una cerveza en el malecón, se me acercan tres señores guitarra y maracas en mano preguntándome “¿mexicano?” y yo sonrío y comienzan a tocar música mexicana, al momento que otro sin instrumento me pide un “CUC”*. Al fondo, unos novios cubanos se besan, arropados por la marea del caribe. A sus pies, un gatito blanco los mira con atención. Así fue mi primera noche en La Habana…

* Los CUC son unos pesos que equivalen, más o menos, al valor del euro. Esta moneda es la que deben usar los turistas cuando visitan Cuba. Existe otra moneda, de mucho menor valor, que es exclusiva para los habitantes de la isla.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

simpatica historia, definitivamente los gatos, auque sean interesados hacen compañia y se les agradece.
saludos

Anónimo dijo...

anónimo, gracias por tu comentario. Y si, así es la naturaleza de los gatos, pero son divertidos también ¡y cómo comen!