Extravié algo de mi mismo en algún momento de los 90 y el 2000.
Esto lo he comprendido cuando venía en el vuelo de Air Europe para acá. Al momento de estar en la fila para registrar mi equipaje en Praga, adelante iba un mexicano. Yo pensaba que era sueco porque era muy alto, de pelo, bigote y barbas muy rubias, pero cuando habló me di cuenta que era el acento de los que viven en Ciudad de México. Me fijé en él porque llevaba en las manos una cámara de vídeo digital semi profesional que yo siempre había soñado con tener.
La cosa es que él se sentó solo en los tres asientos que estaban del otro lado del pasillo. Y antes de despegar, le preguntó a la azafata checa si podía grabar el proceso del despegue desde su ventanilla. Explicó que era muy importante para él. La azafata le dijo que debía preguntar al capitán. Y así lo hizo, fue y abrió la puerta del piloto y preguntó. Yo veía esto desde mi asiento. La azafata regresó e informó al muchacho que el capitán no había dado permiso (porque el uso de aparatos electrónicos durante el despegue puede hacer fallar la comunicación del avión). Pero cuando despegamos, ese muchacho metió la cámara en su suéter y grabó todo a escondidas.
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