miércoles, abril 09, 2008

Mujeres que viajan solas 1: el caso de la muchacha china de Lisboa

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Espero en el andén a que llegue la hora de salir de regreso para España. Pasé todo el día caminando por Lisboa. Subí al elevador de Santa Justa y admiré la ciudad, caminé por la calle do comercio y estoy cansado…

Y ahora espero en el andén de la estación. No quería, pero tuve que pagar por una cama. Quería ahorrar unos euros, pero no pude. Y ahora veo que es una ventaja el coche-cama. Podré descansar y dormir a pierna suelta.

Cuando quedan apenas unos minutos subo a mi compartimiento. Hay tres chinos que me miran y una muchacha china que ve hacia el piso. El chino de mayor edad me dice en inglés que lo disculpe por las inconveniencias.

¿Qué inconveniencias? Preguntó sin entender. Y el chino voltea y mira a la muchacha que está sentada sobre la cama.

“Quizás le moleste que ella viaje con nosotros” Miro a la muchacha que sigue con su vista en el piso. Parece avergonzada y tiene las manos sobre su regazo.

Miro a los chinos que también parecen apenados y sonrío. No tengo problema, no tengo ningún problema de que ella viaje también en el cuarto.

Los chinos sonríen aliviados y el mayor, que parece ser el padre, me explica que no era su intención molestarme con ella en el compartimiento, pero son cinco, 4 hombres y la muchacha y qno desean que ella viaje sola allá, en donde están los asientos normales.

Los veo de verdad preocupados por ello y trato de entender lo que no puedo. Las diferencias culturales que escapan a la comprensión humana… pienso rápido en la situación, los veo, la miro a ella ahí, apenas iluminada por un suave rayo de sol que entra por la ventanilla del tren y, pese a mi deseo de dormir largamente esa noche tiro sin darme tiempo de dudar que ….bien, si lo desean yo puedo tomar el asiento y ellos pueden viajar juntos en el compartimiento.

Sus caras se iluminan y aunque dicen “no no , no podemos aceptar eso”, terminan diciendo que si. Me sorprende lo importante que es para ellos. El de los boletos, un señor español se pone sus moños y dice que ese cambio es muy irregular y que no es posible y mientras alega con los chinos en inglés me suelta en español “no sea tonto, váyase acostado, que se jodan estos chinos…” pero termino convenciéndole.

Ya con el tren en marcha, uno de los chinos me busca en mi lugar del vagón de asientos. Me pide que vaya al compartimiento. “¿Ahora qué pasa? Pienso, pero voy. Ahí, me dan las gracias otra vez y la muchacha china, por fin, levanta su rostro, me agradece en inglés y los chinos me dan unos dulces.

De regreso en mi asiento traigo una sonrisa que no comprende el tipo que viaja frente a mí. No podré estirar las piernas en la noche, pero llevo unos dulces y 20 euros extra para almorzar nada más que llegue a Madrid…

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1 comentario:

Anónimo dijo...
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