El único equipo de fútbol en el que estuve siempre me marginó en la banca por mi pésimo desempeño. Mi deporte, el único que desempeñé con algo de éxito fue el Tenis. El señor que me entrenaba decía que si hacía esto y lo otro podríamos entrar a un torneo de principiantes. Pero en esa época entré a la universidad y mis intereses se pusieron en el cine, las fiestas y otras cosas. No obstante estaba en un equipo de fútbol en el cual nunca jugaba.
Sin embargo, un día el destino me puso en el terreno de juego: No llegaron al juego 5 de los jugadores porque una noche anterior habíamos tenido una fiesta. Se vieron forzados a meterme a jugar. El capitán del equipo, crudo todavía, dijo "te vas a ir a la delantera para que no estorbes. Tú nomás no hagas nada ni te metas en fuera de lugar. Y si te llega el balón trata de darle un pase a Toño y si no tira a ver si metes gol". Así lo hice. Todo el primer tiempo y parte del segundo fuimos perdiendo uno a cero porque el otro equipo se cansaba de fallar y porque nuestro portero estaba todavía tan borracho que hacía unos paradones increíbles. Como a cinco minutos del final, le di un pase a "Toño" que solo, frente al arco falló el gol del empate. "Pinche Toño, ya viste lo que haces" dije como si tuviera autoridad para hacerlo. Toño me miró y sus ojos eran como dos dagas. El árbitro que había escuchado todo fue y me sacó una tarjeta amarilla por conducta antideportiva. Entonces miré a "Toño" y le dije “¿Ya ves pinche Toño lo que provocas?” El árbitro escuchó y me expulsó. ¡Ese día acabó mi carrera deportiva!
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